La historia de mi país..



Libia goza de una distinguida posición geográfica. Representa el corazón del norte de África con una costa mediterránea de 1.955 Km. de longitud. Su superficie es de 1.760.000 Km. cuadrados, siendo el cuarto país en tamaño en comparación con los demás países de África. Libia es un país considerado un puente importante que une a Europa y África. Sus puertos son considerados aptos para el ingreso de barcos en forma permanente y a lo largo del año. Los puertos de Trípoli y Benghazi y otros son buenas salidas para el comercio de algunos de los países africanos como Níger, Mali y Chad hacia el mundo exterior. Su posición geográfica se considera un eslabón para enlazar el oriente árabe con su occidente. Es por esta razón que se observe en el país una convergencia y una mezcla de de las distintas corrientes culturales, civililizacionales árabes e islámicas. Tal ubicación geográfica destacada hizo que la historia de Libia se enlazara sobremanera con la histórica árabe e islámica como así con las regiones del este y del sur del mediterráneo en general. Ya desde edades tempranas tuvo una influencia en la evolución política de esta región del mundo. Los antiguos egipcios conocieron a las naciones que habitaban al oeste de Egipto con el nombre de "libios". Las tribus libias que habitaban esa zona aledaña se denominaban "Lebus", siendo mencionado ese nombre por primera vez en los textos egipcios que remontan a la época del rey Merneptah de la decimonovena dinastía (Siglo XIII a.c.)
Los griegos conocieron al país con el nombre de "Libia" a través de los egipcios, solo que denominaron con ese nombre a toda la región norteafricana hasta la parte occidental de Egipto. Así es como fue narrado por el historiador griego Herodoto quien visitara Libia a principios de la segunda mitad del siglo V a.c. En ese entonces algunas tribus libias habían alcanzado un potencial que les permitió ingresar a Egipto y fundar la XXII dinastía gobernante que mantendría el trono durante dos siglos (del siglo X a.c. al Siglo VIII a.c.). El rey Sesonquis, fundador de esa dinastía, pudo unificar Egipto, conquistar Palestina y apoderarse de unas cuantas ciudades más para volver luego con un suculento motín. El contacto de los fenicios con el norte de África comenzó tempranamente. Alcanzaron un alto grado de desarrollo y progreso, dominaron el mar mediterráneo y monopolizaron el comercio en él. Cuando surcaban ese mar entre las costas de Ash-Sham y las de España desde donde traían la plata y el estaño. Navegaban al lado de la costa occidental de Libia, pues no solían alejarse mucho de las costas por miedo a las turbulencias. Sus barcos frecuentaban las costas libias para proveerse de todo cuanto necesitaba para sus largos viajes marítimos.
Los fenicios fundaron muchos centros y plataformas comerciales a lo largo de sus rutas desde sus puertos en el este hasta los de España en el oeste. No obstante la cantidad de esos centros y puertos, las ciudades formadas y habitadas por los fenicios eran escasas por cuanto ellos eran más comerciantes que colonizadores. Algunos Historiadores atribuían la formaciones de ciudades colonizadas por los fenicios en le norte de África al aumento de la población y a la reducción de la tierra cultivable en su tierra natal, pero también a los conflictos suscitados entre la población y la clase dominante y a las ocasionales incursiones de las que eran objeto los fenicios por parte de los asirios, los persas y los griegos.
El dominio de los fenicios se había extendido hasta los límites de Barkha (Cirenaica) y fundaron algunas ciudades importantes como Trípoli, Leptis y Sabratha  que jugaron un rol importante en el norte africano. Su comerció prosperó a lo largo de la costa occidental de Libia por la facilidad de alcanzar a las zonas centrales de África ricas de productos rentables como son el oro, las piedras preciosas, el marfil, la madera de pinos y también los esclavos. En aquel entonces las rutas del comercio más importantes partían desde la ciudad libia de Germa, motivo que la convertiría en el lugar de concentración de los productos del centro africano a ser transportados- vía caravanas y atravesando el desierto- hacia los centros costeros donde esperan los fenicios para comprarlos a cambio de bienes que ellos traen. Germa siguió dominando los accesos de Libia durante mil años. Pero mientras los griegos y los fenicios optaron por comerciar con ellos, los romanos trataron de someter a Germa por la fuerza y controlar en forma directa el comercio centro africano. Sin embargo fracasaron en su objetivo y tuvieron que hacer las paces con esa tribu. La presencia de los fenicios continuó y así su influencia en el norte de África, especialmente luego de la fundación de la ciudad de Cartago en el último cuarto del soglo IX (814 a.c.), la cual se fue agrandando para convertirse en la mayor fuerza política y comercial en la región occidental del Mediterráneo, llegando a gozar de largos períodos de estabilidad política y prosperidad económica.
Más tarde entraría Cartago en una tediosa lucha contra Roma. Pues la envidia y los celos empezaron a llenar el corazón de Roma debido al potencial que alcanzó esa ciudad fenicia. Por tal motivo comenzaría la conspiración y las intrigas que apuntaban a destruirla. Luego de cruentas  guerras sucesivas, conocidas por las “guerras púnicas”, en las que las partes padecieron grandes pérdidas  en vidas y materiales, pudo Roma lograr su principal objetivo consistente en la destrucción de Cartago por completo en el año 146 a.c., por lo que todas las posesiones de Cartago, incluidas las tres ciudades de Trípoli, Leptis y Sabratha, terminaron en manos de los romanos.
Sin embargo, los colonizadores griegos se quedarían con las ciudades orientales de Libia conocida como “Cirenaica(hoy región de Barka). Las costas de Barca eran estratégicas para que los griegos establecieran sus colonias de inmigrantes, puesto que no quedaba lejos de su país de origen, además de sus riquezas naturales y animales. Los colonizadores griegos comenzarían su exploración del terreno en el siglo VII a.c. fundando la ciudad de Cirene (hoy día Shahat) en el año 631 a.c. Bato, (o Batos I, anteriormente Aristóteles de Tera quien condujo a los griegos a esta región) fue el primer rey de la ciudad, heredando su familia el trono por dos siglos aproximadamente, bajo el nombre de la dinastía de los Batiadas. Sin embargo, en la era del tercer rey de Cirene, “Bato II”, llegaron grandes cantidades de inmigrantes griegos para emplazarse en la región. Este acontecimiento alteró a los libios por lo que se enfrentaron en una guerra a los griegos para defender sus tierras de los nuevos intrusos. A pesar de que la dinastía que fundó Bato I continuó en el poder por largos años, sin embargo no gozó de estabilidad debido a las continuas escaramuzas por parte de las tribus libias contra las colonias griegas e la región costera.
Durante el gobierno del cuarto rey de Cirene, Arkisilaus II, algunos griegos acompañados por un hermano del rey, abandonaron la ciudad de Cirene para fundar con ayuda de los libios la ciudad de Barka (anteriormente Barce, llamado así por los árabes en lugar de Cirenaica). Ante el aumento del número de los inmigrantes en esta ciudad, las autoridades de la misma enviaron varias comunidades con el fin de fundar otras localidades o colonias sobre la costa, entre las cuales figuraba la ciudad de “Teuchira” (actual “Tocra”- Foto). La ciudad de Cirene también fundó otra colonia que se conocería con el nombre de “Hespérides” (actualmente Bengasi”). Como Cirenaica poseía un puerto que era Apolonia (Susa), la ciudad de Cirene también decidió construir uno en la zona de Ptolomeo (Talmitha).
    Cuando los persas ocuparon Egipto, el rey de Cirenaica envió embajadores al reino de Persia anunciando la sumisión de su región. Desde entonces la región continuó dependiendo de Egipto y de su gobernador persa aunque era más bien una dependencia nominal. A mediados del siglo V a.c. (440 a. C.) fue asesinado Arkisilaus IV, el último de los reyes de la dinastía de los Batiadas , en “Hespérides” (Bengasi),  luego de lo cual Cirenaica se convierte en una región de ciudades independientes unas de las otras, empezándose a sentir la inestabilidad política a pesar del auge económico que le había caracterizado. Ello se debe, además del aumento de los ataques de las tribus libias (Lebu), a la constante rivalidad entre ellas, los conflictos y las divisiones, situación que siguió siendo así hasta la invasión de Alejandro Magno a Egipto (332 a.C.) y la ocupación de Cirenaica por parte de los Ptolomeos que lo sucedieron. A partir de entonces predominó un período de tranquilidad en la región que empezó a ser conocida con el nombre de Pentápolis, es decir “la tierra de las cinco ciudades”: Cirene, Barka, Teuchira (luego Arsinoe, actualmente Teucra), Hespérides (llamada luego "Berenice", actualmente "Benghasi") y Apolonia, constituyéndose en una federación regional con autonomía local. Cirenaica quedó bajo hegemonía de los Ptolomeos hasta que se vio obligado a cederla a favor de Roma (año 96 a.c.) quedándose bajo tutela del senado romano y constituía junto a Creta una sola provincia romana hasta que fueron separados por el emperador Diocleciano (284 - 305), es decir a fines del siglo III d.c. Se dice que hacia el año 300, Diocleciano dividió Libia en 3 provincias, Libia seca (capital Derna), Libia Pentápolis (capital Ptolomais) y Tripolitania (capital Leptis Magna).
Para cuando el emperador Constantino I reconociera al cristianismo, en la primera mitad del siglo IV d.c, esa religión ya se había difundido por toda Libia. Sin embargo eso no significaba el fin de la idolatría, pues ambos credos convivieron juntos por casi un siglo y medio, aún después de que el emperador Teodosio I (379-392) declarara al cristianismo la religión única y oficial en el imperio en el año 392. En este sentido, Libia no fue diferente de las demás regiones del estado romano. El primer obispo para la región de Barka fue un tal Amonas, en el año 260 a.c.
Con Constantino I, los obispos de las ciudades libias de la pentápolis presenciaron el primer concilio cristiano internacional, por indicaciones del imperador Constantino en la ciudad de Nicaea (Nicea, hoy en Turquía) en el año 325. El Obispo Censius el Corintio era una de las más destacadas personalidades cristianas en Barka (anteriormente Barce, llamado así por los árabes en lugar de Cirenaica). Ese obispo se hizo cargo del obispado de Ptolomeo (hoy Talmitha) y se fue a la corte imperial en Constantinopla en épocas de Arcadius, emperador de Roma (395), par plantear los problemas de impuestos que agobiaban a sus ciudades, aunque el problema principal era defenderse de los constantes ataques de las tribus libias de entonces. 
Para las ciudades de la costa occidental, la suerte no era tan distinta. Pues luego de la desaparición de la Dinastía Severa (una casa de emperadores romanos que reinó desde finales del siglo II Hasta comienzos del Siglo III), cundió en el imperio una suerte de caos y guerras por medio siglo. Y mientras las otras regiones del imperio pudieron aliviarse luego de dichas turbulencias y recuperaron algo de seguridad y orden, el norte de África siguió dominado por la inestabilidad, lo cual facilitó su caída en manos de los vándalos. Éstos habían cruzado hacia el norte de África alrededor del año 430 antes de Cristo, apoderándose de las ciudades de la región tripolitana, que sufrió los avatares de la destrucción y del desastre que suelen infligir los vándalos dondequiera que arremetieran. 
A pesar de que el imperio romano había recuperado la región en el siglo VI d.c. en épocas del emperador Justiniano, expulsando a los vándalos, las regiones de Cirenaica y Tripolitana siguieron padeciendo de las heridas de las agresiones vándalas, quedando las puertas del país siempre abiertas a la espera de un conquistador que la sacara de la situación de caos, de inestabilidad y de debilidad. En este trajín, se divisaron en el horizonte las vanguardias de los conquistadores árabes musulmanes, quienes llegaron para poner fin a dicha mala situación e inaugurar una nueva era en la historia del país.   
     
Lic. Abdel Monem H. E.